Riesgos

Cuando se produce una catástrofe de gran  magnitud, la mayor prioridad para los servicios de emergencia la constituyen los supervivientes. La contaminación de las aguas, la descomposición de los alimentos, las desfavorables condiciones meteorológicas (calor y humedad)y la falta de higiene son el mejor caldo de cultivo para la aparición de epidemias.

Cuando se destruyen los sistemas de agua potable, como ocurre casi siempre en los desastres naturales, existe la amenaza inmediata de enfermedades que se transmiten a través del agua contaminada. Asimismo, las inundaciones y el agua estancada crean unas condiciones favorables para la aparición del vector del mosquito causante del contagio de enfermedades. Por eso es primordial restablecer las infraestructuras de saneamiento y los conductos del agua, así como proveer a los damnificados de depósitos de agua potable.

También las condiciones de insalubridad en la que viven los pocos arriesgados que han decidido permanecer en la ciudad, junto a la falta de médicos, agua potable y alimentos y, la acumulación de basuras y excrementos hace que la población sea muy vulnerable a sufrir disentería o salmonella provocada por la presencia de plagas habituales en las urbes, como cucarachas y roedores.

Muchas plagas son potenciales transmisores de enfermedades, cuyos agentes patógenos pueden acceder al cuerpo por diversos caminos. Entre las formas de contagio más habituales se encuentran la inhalación de partículas esparcidas en el aire y que penetran por las vías respiratorias; la ingestión de alimentos contaminados; la vía dermal, a través de heridas o cortes que posibilitan el contacto de bacterias con la sangre y, la ocular.

En contra de la creencia popular, los cadáveres no conducen en sí mismos a brotes de enfermedades. Por lo general, un ser humano portador de una enfermedad infecciosa es más peligroso vivo que muerto, aunque no hay que olvidar que un cadáver puede ser un nutriente para determinadas plagas, como roedores e insectos, lo que permite la proliferación de las mismas y, por lo tanto, potencia la transmisión de enfermedades.

En los casos de desastres naturales, tan importante es el trabajo de los servicios sanitarios como el de los controladores de plagas. Si tenemos en cuenta que, en el caso de las catástrofes, las medidas higiénicas son escasas, por no decir nulas, el objetivo de los profesionales que luchan contra la aparición de plagas y epidemias es disminuir lo más rápida y eficazmente posible la presencia de agentes patógenos, sin menoscabar la seguridad de los supervivientes con la utilización de productos químicos de manera indiscriminada.